martes, 21 de febrero de 2017

El pueblo escondido

Después de casi un día perdida dando vueltas sobre una montaña, conseguí llegar a un pueblo que parecía escondido. Al principio la gente de allí se asustaba al verme, no estaban acostumbrados a que gente desconocida estuviera alrededor de sus casas, unas casas hechas con madera diseñadas por ellos mismos. Lo que más me sorprendió fue que cada alimento que consumían lo producían ellos en sus huertos y el agua lo sacaban del río que tenían a solo unos metros. No dependían de nada ni de nadie, todo lo que tenían lo producían ellos mismos. Después de cinco años conseguí que construyeran una carretera bajando por la montaña que comunicase el pueblo con el resto ya que se encontraba tapado por las demás montañas. Construí alguna tienda y llevé medicinas. Al estar aparte la gente se enfermaba y no tenían medicinas para ayudar a curarse. Las familias eran muy numerosas, de cinco a diez hijos de media tenía cada una. Ahora al tener comunicación la gente viene a visitar el pueblo y suelen llamarlo "el pueblo escondido".

Un día en la vida de un niño burgués

Me llamo Iván y pertenezco a la burguesía. Día a día me levanto de la cama sobre las nueve de la mañana y voy a desayunar. Después de desayunar tengo que estudiar aunque eso no me gusta mucho. Cuando termino de estudiar me gusta ir al jardín de la casa mientras se termina de hacer la comida. Mi casa es muy grande, tiene muchas habitaciones y esta alejada de los barrios pobres. Cuando la comida está preparada mi madre me avisa y nos sentamos en la mesa junto a mi padre mientras el servicio nos sirve la comida. Hoy por ejemplo de primer plato hemos comido sopa, de segundo asado de pescado y por último, helado, que es lo que más me gusta. Mis padres suelen beber vino durante la comida pero yo bebo agua. Por la tarde mi padre suele estar en el despacho trabajando y mi madre tomando el té en el salón con sus amigas. Al ser hijo único por las tardes me aburro mucho. Por la noche cenamos y me voy a dormir pronto.